#ElPerúQueQueremos

Attila József

o la poesía de la desesperanza

La vida de Attila József fue tan trágica como su obra poética.  Fue ensalzado como el gran poeta proletario hasta su defenestración del partido comunista húngaro conducido por el estalinismo.  József padeció la pobreza, la soledad y el desamor, junto con la esquizofrenia que lo lanzó a las ruedas de un tren, hace ya 76 años.

Luis Pineda

Publicado: 2014-03-23

A Attila József (1905-1937) poeta magiar le bastó con vivir apenas 32 años para heredarnos junto con su poesía su trágico sentido de la vida. 

Nacido en el seno de una familia campesina, sufrió el abandono del padre a edad temprana, la pobreza, la muerte de la madre y luego la incomprensión y la intolerancia que le impidió hacer sus estudios universitarios. Pese a todo, nada impidió su vuelo poético, que es emprendido a temprana edad. A los 12 escribía poemas, a los 16 publicó en una revista, y a los 17 años ya había escrito un poemario.

Si poesía traslada a la palabra el hondo sufrimiento y la desesperanza, donde sus vivencias se convirtieron en el combustible para incendiar todo con su poesía. Ante la injusticia se hace comunista en Hungría, aun cuando en su país este se encontraba proscrito, pero del cual también es expulsado por discrepar de la línea oficial estalinista de esos tiempos acusado de ser agente del trotskismo. Su vida afectiva tampoco estuvo exenta de la tragedia, desde su temprano amor al cual no pudo consumar por sus diferencias sociales, sus amores no fueron correspondidos, lo cual afectó más su debilidad interior que se va acentuando a niveles de deterioro con la esquizofrenia que lo iba alejando de la realidad, viviendo en un mundo dividido.

Pobre, excluido, sólo y sin lazos con la realidad, József siguió escribiendo, pues el único asidero de la vida, como cuando nos sujetamos al manubrio de un vagón del tren en marcha, fue la poesía. Sin embargo, su enfermedad lo va sumiendo en la desesperación hasta su trágica muerte.

Una metáfora de la vida de Attila es su nacimiento y su prematuro final, como se sabe el poeta nació en Budapest, Ferencváros, lugar de donde cuando niño robaba madera y carbón para calentarse y salvar del frío a su madre y dos hermanas.

Es en la estación de tren de Balatonszárszó, un pueblecito de las orillas del lago Balaton, donde el poeta muere arrollado por un tren, quedando el supuesto del suicidio como la versión más comúnmente aceptada aun cuando existen opiniones respecto a que pudo tratarse de un accidente. Parece ser que en un arrebato de locura el poeta, quiso cumplir un primer ritual macabro: amputarse, al paso de la máquina, el brazo creador como castigo a su vida compleja y sin sentido. Sin embargo, el final no tardó, el tren terminó por arrastrarlo destrozándolo en segundos.

El poeta evidencia de este modo, ese su sentido trágico de la vida, que atraviesa el conjunto de la obra, pero que no soslaya su conflicto entre la inconformidad y la aceptación del infortunio, es la soledad y el desarraigo aquellas constantes que aparecen a lo largo de su vida y gritan en su poética, y que lo llevan irremediablemente a la muerte. Empero, aun cuando su poesía está impregnada de esta visión, ni el dolor ni el sufrimiento pudo obnubilar la belleza de sus poemas.

Otro poeta, nuestro querido Luis Hernández, en su viaje a Europa pudo llegar hasta el propio lugar donde Attila József se despidió de la vida. Fue este poeta quien nos entregó su primera traducción al español, y quien tal vez, imitando la descolorida vida del poeta húngaro, puso su final en similares circunstancias en la estación de Santos Lugares, Argentina, 36 años ha.

_____________________________________________

Breve muestra de la poesía de Attila József

Dejamos como un breve testimonio de su poesía, tres de sus poemas, en distintas épocas. Como la nota de su vida, que escribimos con un acre sabor en la boca, nada de lo que se diga o recoja de Attila será suficiente para mostrar la inconmensurable desesperación del poeta por encontrar la felicidad y la justicia que aun cuando se celebra el Día Internacional de la Poesía, aun esta pendiente.

(i) Con el corazón puro

Ni padre, ni madre tengo,

ni dios, ni patria,

ni cuna, ni mortaja

ni besos, ni amor.

Hace tres días que no como

siquiera un grano de frijol.

El poder de mis veinte años

se lo vendo al mejor postor.

Y si nadie quiere comprármelo

al diablo se lo venderé.

Robaré, puro el corazón,

y, si es preciso, mataré.

Me cogerán y ahorcarán,

me cubrirán con la tierra santa

y la hierba de la muerte crecerá

en mi maravilloso corazón.

(ii) Yerbas amarillas

Sobre la arena, yerbas amarillas.

Una vieja huesuda es este viento.

La charca es una bestia estremecida.

El mar en su quietud sigue su cuento.

Tarareo mi saldo, silencioso.

Mi patria es una chaqueta vendida.

La tarde en las colinas se detiene.

Mi corazón me pide que no siga.

A través del azul cielo que fluye

brilla el islote de coral del tiempo,

zumbando; brilla un caserón,

un abedul, una mujer, un mundo muerto.

Fugaces recuerdos (*)

(iii)

Fugaces recuerdos, ¿en dónde desaparecisteis?

Mi corazón, pesaroso, quiere echarse a llorar.

Ya no puedo vivir sin vosotros.

Lo que mis manos tocan no toca ya mis manos.

¿Acaso no soy digno de jugar otro poco?

¡Frágiles mariposas, venid, volad aquí!

Fugaces recuerdos, soldaditos de plomo

que tanto anhelé otrora

y cuyas bayonetas supe enderezar

¡Turcos, bóers, venid, rodeadme aquí!

¡Oh, cañoncitos, formad las baterías!

Tan pesaroso está mi corazón... ¡Ay, defendedme!

(*) Se considera el último poema escrito tres días antes de su muerte.


Escrito por

eleperu2

Observador de la realidad monda y lironda


Publicado en

Guerrero de la Palabra

Otro blog más de Lamula.pe