La desproporcionalidad es lo que nos avergüenza
Sobre la posición del gobierno peruano ante los sucesos de la franja de Gaza
La toma de posición no es un acto declarativo. Es un acto de coherencia que cuestiona nuestro propio sentido de humanidad.
El educador León Trahtemberg ha escrito un nuevo post expresando su punto de vista sobre el conflicto en la franja de Gaza. Lo hace criticando la decisión del gobierno de mi país que considero soberana y equilibrada, y que en el contexto mundial aparece como proporcionada: llamar a su embajador en Israel José Salinas como una medida diplomática para llamar la atención respecto a la manera como Israel sigue actuando en la zona de conflicto: su escalada bélica desproporcionada.
A diferencia del embajador del Estado de Israel en el Perú Modi Ephraim, cuyas expresiones son desproporcionadas y sobre todo por su lamentable declaración pública donde dice textualmente “Con esto, el Perú le ha dado un premio al terrorismo” y que han merecido la respuesta del canciller de mi país Gonzalo Gutiérrez, que viene estudiando medidas al respecto, pero que no solo merece la repulsa de mi país, sino hasta debería considerar desde una nota de protesta y hasta su expulsión.
Este mismo embajador, saltando la valla diplomática ha seguido agraviando a mi país, y a los ciudadanos peruanos, como el caso del colega sociólogo, profesor de la PUCP y analista internacional Farid Kahhat a quien ha llamado terrorista en mérito a sus aportes a entender qué está sucediendo en medio oriente. Embajador que cumple una labor diplomática pero con declaraciones abiertamente políticas y que llaman a la polémica, y entre otras perlas, declarando abiertamente su discrepancia con la política exterior de mi país que ha sido coordinada con otros países de la región (Chile ha hecho lo mismo e inclusive con reacciones políticas y de la sociedad civil de abierto rechazo al belicismo desproporcionado de Israel) o por ejemplo enunciar en una suerte de chantaje respecto a lo que perdería el Perú en materia económica de deteriorarse la relación con Israel y por extensión con ese gendarme mundial que sigue siendo EE.UU.
Pero en el fondo, lo que está en cuestión es la proporcionalidad y la simetría. En el caso que nos ocupa no hay tales.
¿Es acaso proporcional los efectos de la guerra en ambos bandos. Sufren de igual manera palestinos e israelíes los bombardeos? ¿Es acaso comparable tales horrores? ¿Es que podemos creer que lo que se vive en las ciudades de Israel son acaso equiparables a las imágenes de horror donde los cohetes, el cañoneo de los buques de guerra y las bombas arrojadas por la aviación judía caen sobre colegios y hospitales, hecho reprobado por la comunidad internacional, o toman como blanco barrios enteros que son demolidos con todos sus ocupantes sin distinguir que entre ellos la mayoría son mujeres, niños y ancianos? ¿Son los niños judíos, bien nutridos y fuertes, los mismos rostros que vemos a diario incinerados por las bombas incendiarias de fósforo, son los mismos que los que nos ofrecen a niños palestinos destrozados por las explosiones o despedazados por la metralla incesante de las baterías, de los carros blindados y fusilería de los efectivos del ejército israelí?
¿Podemos creer a los políticos y voceros del Estado de Israel en todo el mundo, o aquellos que desde la complicidad de los EE.UU y algunos países europeos argumentan, que es Israel el agredido y que sólo ejerce su derecho de defensa? ¿De qué agresión hablamos, es acaso proporcional la respuesta del ejercito israelí, con todo el poder de fuego que posee, reforzado por el suministro incesante de parte de sus aliados. Son un peligro para Israel los cohetes artesanales lanzados desde suelo palestino, que en su mayoría caen lejos de sus objetivos o son interceptados por los sofisticados sistemas anti misiles entregados por la industria militar norteamericana, que si quisieran pudieran hasta impedir que caiga la lluvia sobre el territorio que usurpan desde hace tantos años?
¿Es proporcional acaso el miedo que se refleja en el rostro de los civiles, o su llanto inconsolable sobre la vida de sus familiares, que suman hasta el momento más de un millar desde que empezó la ofensiva militar judía, a lo que ocurre dentro del territorio palestino ocupado por Israel? Se habla de simetría y de que los palestinos han ganado la batalla mediática. Es proporcional el poder que tienen los medios de comunicación propiedad de los grandes grupos económicos de los cuales no están ausentes intereses judíos, respecto a cómo se informa del conflicto, y con qué intención, presentando un escenario donde el terrorismo internacional es agresor a un pueblo pacífico y que no recurre a las armas sino para defenderse. Es proporcional la justificación que hacen este poder mediático a favor de Israel de que la sola existencia del Hamás como partido político, que posee milicianos armados que viven entre los civiles faculta al ejercito israelí a bombardear indiscriminadamente el territorio palestino bajo el supuesto que solo así se elimina el peligro terrorista?
¿Es acaso proporcional los llamados desde EE.UU a ser autorizado para seguir cumpliendo ese rol autonombrado de gendarme mundial para poner orden en medio oriente?, ¿no es acaso cierto que para esto necesita no solo la aprobación sino el acompañamiento real de un bloque político y una fuerza militar que intervenga –por ejemplo en Siria- para consolidar estratégicamente su poder? ¿No es desproporcional el bloque neo conservador que estaría conformándose y que se repite dentro de Israel donde todo se reduce a seguir pretextando el ataque terrorista del Hamás para seguir respondiendo desmesuradamente a la vez que sigue expandiendo su territorio y expulsando palestinos de su propio suelo, al que tienen derecho desde tiempos inmemoriales? ¿No es desproporcional que justamente este conflicto, como en otros años se produce en medio de correlaciones políticas al interior de Israel. No es un precio muy grande en pérdida de vidas humanas y destrucción la búsqueda de mejores posiciones en perspectivas electorales para el partido que gobierna Israel?
¿Es proporcional entonces, que la ofensiva se justifique en el gastado supuesto de que es una respuesta justa al “terrorismo palestino del Hamás” para garantizar la existencia del Estado de Israel, asunto que fue zanjado hace muchos años, que forma parte de los acuerdos de paz firmados desde los tiempos de Arafat, y que sin embargo nunca fueron cumplidos respecto a garantizar compartir el territorio para los dos estados, el judío y el palestino?
¿Es proporcional esa justificación teocrática de Israel, de seguirse llamando pueblo elegido, pues la predestinación como argumento obsoleto ya no logra esconder los intereses políticos y económicos estratégicos justamente de aquellos que quieren imponer un supuesto nuevo orden en medio oriente. No es proporcional tampoco la reacción del sionismo de acusar a todos los disidentes u opositores a sus políticas de ocupación y de crimen sistemático contra el pueblo palestino de antisemitismo, cuando el tema de fondo no es de etnicidad sino de derecho de los palestinos por tener su propio Estado y ocupar su territorio, de evitar seguir siendo masacrados, de demandar una paz autentica y no solo de treguas que duran lo necesario como alto de fuego hasta que el ejército israelí se avitualle para seguir atacando?
Por todo lo anterior, no guarda ninguna proporcionalidad estos argumentos que ciertos sectores siguen intentando hacer creíbles respecto a que Israel es el pobre agredido por el terrorismo internacional y que el autor del artículo comentado repite, y los mezcla para decir avergonzarse del gobierno de mi país. Pues nada de lo que dice guarda proporción con la abominable agresión que realiza Israel contra el pueblo palestino. Agresión que no indigna al autor, que en cambio se indigna porque el Presidente Humala no corrige a su canciller pese a que visitó Israel, vio y alabó sus avances educativos (¿?) y seguramente que no es nada educativo destruir a bombazos las pobres escuelas de los pobres niños palestinos bajo el pretexto que son bases de lanzamientos de proyectiles terroristas, dejando a los niños sin escuela, sin hogar y sin padres, y ellos mismos convertidos en colgajos sangrantes resultados de los proyectiles del bíblico país de David. Porque tampoco es proporcional y curiosamente lo dice, “colocar solamente fotos de niños muertos en Gaza y ninguna de los miles de niños israelíes corriendo diariamente a refugios llenos de pánico.” Pero por supuesto que no es proporcional mostrar fotos de niños y civiles palestinos masacrados y supuestamente no mostrar fotos de los bien nutridos y protegidos niños judíos correr a sus bien construidos refugios antiaéreos, pues jamás podremos comparar el horror de escuchar el ulular de las sirenas de alarma y a continuación el impacto de las bombas como caen hoy sobre suelo palestino.
Finalmente no es proporcional atacar a nuestro propio país, para defender lo indefendible, sin el más sentido crítico. Pues no reclamamos en estas horas disidencia, sino al menos honestidad. El Perú, y sus gobiernos, siempre lo criticamos por su seguidismo consuetudinario a los poderes mundiales, por lo que ahora en muestra de independencia merece que me pronuncie a favor de su política exterior, al menos en este tema. Y es justamente, porque se trata de mi país, y esto no es sólo un llamado de la identidad de mis entrañas, y de algo que muchos amparados de la licencia abusiva que confiere el poder no terminan de entender: que el llamado de nuestra humanidad está por encima inclusive de ponernos del lado del débil, del agredido, o de quien tiene hasta el momento más víctimas, para decir abiertamente, aun cuando nos quedemos solos en nuestra protesta de que lo que Israel está haciendo contra el pueblo palestino es lugar a duda un crimen, una carnicería, y que nadie con un sentido elemental solidaridad y respeto por la vida puede al menos lamentar.
Termino esta nota para decir al respecto del artículo de León Trahtemberg, que lo que más me preocupa del artículo que comento, no está en lo que dice, sino de quien lo dice. Y esto porque siempre he considerado a esta persona como lúcida, bien intencionada y objetiva. Definitivamente, ni su artículo, ni todos los que escribe sistemáticamente lo son. Lo dice el mismo al señalar que no es imparcial. Sin embargo, hay maneras de asumir un punto de vista y distanciarse de seguir suscribiendo todos y cada uno de los horrores que vemos a diario por los medios masivos alineados a la globalización mediática, como por medios alternativos. Si alguien con la seriedad y equidistancia de todo dogmatismo como este educador asume una posición tan dura, imaginemos y comprendamos que podemos de esperar de personajes fanáticos y abiertamente autoritarios.
Por último, escribimos este comentario, que no respuesta ni alegato, lo hacemos por dignidad, pues reclamamos que hablamos en el ejercicio de nuestro derecho como peruano y obviamente asumiendo las posiciones de mi país, sin dejar de aclarar que no nos lleva a aceptar todo lo que los funcionarios del gobierno peruano asuman como decisión, y que puede llevar a distinguirme o adoptar un matiz de la posición oficial pues ni soy funcionario de mi gobierno, ni vocero político. Lo más importante es que digo lo hago renunciando a mi cada vez autocriticada identidad política por ser alguien que proviene de la izquierda, pues lo digo como un ciudadano democrático e independiente pues no poseo militancia alguna.
A estas alturas no me preocupa la reacción que tendrá en alguna gente amiga, y seguramente lo que puede ser la reacción natural de León Trahtemberg, quien con todo derecho puede hasta eliminarme de sus contactos. La satisfacción de decir lo que pienso es mayor cuando se que estoy actuando con coherencia y en el sentido de justicia que aprendí de mis mayores. Aún cuando esta nota no la lea nadie, o por el contrario, sea criticada mayoritariamente por quienes tal vez prefieran el prestigio y la amistad de quien aquí es aludido. No me importa. La dignidad y el amor a la humanidad están por encima de todo.
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